Cuando comenzamos a estudiar Historia, os comenté que no se debía hacer una valoración de las diversas culturas y de los acontecimientos históricos tomando como base exclusivamente nuestros valores actuales, sino que teníamos que partir de lo que en cada época se consideraba "lo normal", es decir, lo socialmente aceptado en cada momento.
Las distintas culturas que se desarrollaron durante la Edad Antigua tienen, sin duda, una serie de rasgos comunes que se repiten en todas ellas. El más llamativo de todos ellos es que todas utilizaron la fuerza productiva de los esclavos. El trabajo y, por lo tanto, la producción se basaban en el uso de esclavos.
Este hecho os escandalizó sobremanera y me parece lógico y deseable, faltaría más.
¿Cómo es posible que un hombre se sintiera con derecho sobre otro?, os preguntabais indignados.
¿Cómo un hombre se sentía capacitado para decidir sobre la vida o la muerte de otro sin tener que rendir cuentas de su decisión?
Para comprender esos hechos hay que entender que eso era lo socialmente aceptado. Las cosas eran así y punto.
Para que lo podáis entender os pondré un ejemplo referido a la actualidad.
Hoy día, todos sabemos que mientras en una parte del mundo disfrutamos de bienestar, tenemos nuestras necesidades cubiertas y nos sobra para malgastar, en otra parte mucho mayor del mundo la gente se muere de hambre, de enfermedades que aquí se curan con facilidad, los niños carecen del derecho a la educación (no tienen que aguantar a la seño), la mayor parte de la población no tiene acceso al agua potable, los niños tienen que trabajar desde muy corta edad en condiciones de semiesclavitud y muchas cosas peores.
Sin embargo, siendo conocedores de esta situación vergonzosa e injusta, no movemos un dedo por cambiarla, no hacemos nada por acabar con ello. Cada noche nos acostamos satisfechos en nuestras cómodas camas y dormimos plácidamente con la conciencia muy tranquila
Como mucho nos decimos: "¿Qué le vamos a hacer?, las cosas son así. Siempre habrá pobres, es inevitable, no está en nuestras manos.
¿Habéis pensado cómo nos juzgarán las generaciones futuras cundo estudien nuestra época?